Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz
Esta es la época más emocionante del año que se vive en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), porque es cuando sucede la magia de mantenerse eternamente joven, al recibir a una nueva generación de alumnos que ingresan a preparatoria, licenciatura y posgrado con los ánimos de vivir nuevas experiencias.
El trajín vehicular desde las siete de la mañana hasta las ocho de la noche, el frenesí que se vive en las cafeterías y puestos de comida, el asombro, nerviosismo, extravío que sienten los alumnos al no encontrar su salón de clase, de no conocer la dinámica escolar, de experimentar lo que es ser universitario.
Quienes hemos tenido la fortuna de tener una larga vida universitaria sabemos que lo más importante para todos es sobrevivir a la locura y emoción de esa primera semana donde conocemos nuevos alumnos e iniciamos renovados vínculos con quienes recién llegan.
Nunca son los mismos, pero siempre están alimentando el espíritu universitario, lo que provoca que los profesores no nos percatemos del paso del tiempo y a muchos de pronto nos empiece a sorprender la cantidad de años que tenemos frente a grupo.
Esta semana tuve el privilegio de conocer a mis alumnos de primer semestre de la licenciatura en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural, 15 estudiantes cuya expresión facial era de quien espera respuesta a una elección vocacional que no representa, frente a un mundo capitalista, una opción profesional para hacer rápidamente dinero y fama, por eso los felicité, por tomar la decisión de estudiar Historia, les dije “es un acto de resistencia” frase a la cual sonrieron “y seguramente sus padres les preguntaron que de que iban a vivir” y entonces afirmaron con la cabeza.
Es también un acto de celebración, porque a pesar de lo adverso que ha sido en el sistema neoliberal con las humanidades en la educación universitaria, donde se liquidan carreras por no tener una cantidad determinada de alumnos, olvidando que la educación pública y la enseñanza de las humanidades no es mercancía sujeta a la oferta y demanda, exista por parte de la UAT la sensibilidad para mantener como un oasis en la mercadotecnia académica la carrera de Historia y Gestión del Patrimonio Cultural donde estudiantes con esta vocación encuentran un lugar para profesionalizarse.
La felicidad sin duda es el factor que al final de toda esta semana experimentamos los universitarios, el volvernos a ver, reiniciar el diálogo académico en las aulas, el planear actividades para llevar un semestre por donde transitaremos de las fiestas patrias, al día de muertos, la revolución mexicana y finalmente las posadas. Larga vida a la UAT, a sus alumnos y profesores en espera de que se cumpla el mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum: “priorizar la docencia, la investigación y la cultura, los tres ejes en que se funda el sentido universitario, en lugar de gastar en otras cosas”.
E-mail: garciasaenz70@gmail.com
