Mié. Sep 10th, 2025

Loading

Por: César A. Vázquez Lince

Claudia Sheinbaum rindió su primer informe presidencial con un mensaje que, más que rendición de cuentas, pareció un catálogo de promesas cumplidas al estilo guinda: un país que avanza, que mejora, que se transforma. Sin embargo, basta asomarse a la calle para notar que entre las cifras oficiales y la experiencia ciudadana hay un abismo cada vez más ancho.

Seguridad: Abrazos, no balazos

La presidenta habló de una reducción en homicidios del 18% respecto a 2019. Pero las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran que en los primeros siete meses de 2025 se registraron más de 17 mil asesinatos, lo que mantiene a México entre los países más violentos del mundo.

Pero ese alivio estadístico choca con realidades delgadas como el papel. Febrero 2025 cerró con 1 807 homicidios (64.5 diarios), acumulando 3 844 en dos meses. En abril, hubo 1 705 asesinatos solo ese mes, lo que suma 7 545 en cuatro meses, con un promedio diario de 62.8. Y aunque la tendencia es a la baja, estados como Guanajuato, Baja California y Sinaloa siguen quemando cifras

Thomas Hobbes decía que el primer deber del Estado es garantizar la vida y la seguridad de sus ciudadanos. Si esa función básica se erosiona, lo demás se convierte en artificio. La militarización de la seguridad, heredada y ampliada por este gobierno, no ha dado los resultados prometidos: la violencia criminal sigue marcando la cotidianidad en estados como Guanajuato, Michoacán y Veracruz.

Salud: Mejor que el de Dinamarca

Sheinbaum presumió avances en el programa IMSS-Bienestar, asegurando la cobertura más amplia en décadas. Sin embargo, el Coneval reporta que más de 50 millones de mexicanos carecen de acceso efectivo a servicios de salud, un retroceso respecto al Seguro Popular.

Pero la frontera entre el logro y la falacia está marcada por los datos: en 2024 —sin contar a Sheinbaum— el IMSS no surtió 11.5 millones de medicamentos, equivalentes a 4.5 millones de recetas sin despachar, casi el triple que al cierre del sexenio anterior Solo el IMSS-Bienestar dejó 7 296 recetas sin surtir en parte del año. Además, en el Istmo de Oaxaca, el personal médico declaró paro indefinido por la falta de medicinas y materiales básicos

Como advertía Michel Foucault, el control de la salud no es solo cuestión médica, sino un mecanismo de poder. Hoy, ese poder se manifiesta en cifras maquilladas y en programas que en el papel parecen universales, pero que en la práctica siguen dejando a millones sin atención.

Pobreza: Primero los pobres

El gobierno celebró que, gracias a los programas sociales, la pobreza se ha reducido. Pero la última medición del Coneval (2024) muestra que más de 46 millones de mexicanos viven en pobreza y que la pobreza extrema ha crecido en zonas indígenas y rurales. Sí, las transferencias directas alivian momentáneamente la necesidad, pero no resuelven la falta de empleo formal, ni la desigualdad estructural.

El INEGI informó que en 2024, el 29.6 % de la población (38.5 millones de personas) vive en pobreza multidimensional, y el 5.3 % (7 millones) en pobreza extrema. Solo el 32.5 % de los mexicanos no es pobre ni vulnerable


Entre 2018 y 2024, alrededor de 10 millones de mexicanos salieron de la pobreza, reduciendo la proporción del 49.9 % al 38.9 %. Sin embargo, la pobreza extrema apenas cayó 1 %, y millones de personas siguen sin acceso efectivo a salud y educación.

Aristóteles recordaba que “el fin de la política es la vida buena”. Pero, ¿cómo hablar de vida buena en un país donde la mitad de su población apenas sobrevive?

El informe de Sheinbaum es un espejo pulido que refleja una nación ordenada, en paz y con justicia social. Pero al otro lado del cristal, la vida cotidiana de millones de mexicanos está marcada por el miedo, la enfermedad y la carencia.

El filósofo alemán Jürgen Habermas advertía sobre la “distorsión comunicativa” del poder: cuando el discurso se convierte en propaganda, se rompe el pacto de confianza con los gobernados. Ese es, quizá, el mayor riesgo de este sexenio: normalizar la simulación.

El informe fue, en suma, un relato donde México parece avanzar. La realidad, en cambio, muestra un país donde los problemas siguen tan vivos como siempre, pero maquillados bajo la retórica de la “transformación”.

Cuando los datos se quedan en el discurso y no bajan al congreso de abasto, al pasillo del hospital, al plato de comida, el informe se vuelve propaganda. Y en ese abismo entre el podio y la realidad, la democracia se va desdibujando, tinta a tinta.

Por redaccion

Related Post