Reynosa, Tamaulipas. — El Estado vuelve a estremecerse ante una nueva ola de violencia. Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna, delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en Tamaulipas, fue asesinado este lunes en un brutal ataque armado mientras circulaba en su camioneta sobre el Bulevar Hidalgo, en Reynosa. El vehículo terminó envuelto en llamas tras la emboscada.
Aunque la Fiscalía General de Justicia del Estado emitió un breve comunicado confirmando la muerte de “una persona posiblemente ligada a una institución federal”, hasta el momento ninguna autoridad federal ha ofrecido detalles oficiales, ni ha confirmado públicamente la identidad de la víctima. El silencio institucional alimenta la incertidumbre.
Mientras tanto, en Ciudad Victoria, la Fiscalía estatal ha reconocido un alarmante incremento en los índices delictivos, sin detallar estrategias concretas para frenar la escalada de violencia que afecta tanto a civiles como a funcionarios.
El asesinato de un alto funcionario federal, en pleno día y en una de las avenidas más transitadas de Reynosa, evidencia no solo la capacidad de operación del crimen organizado, sino también una preocupante debilidad del Estado. La falta de respuestas claras y oportunas por parte de las autoridades genera inquietud:
¿Dónde está el Estado de Derecho?
Este hecho ocurre en un contexto marcado por disputas entre grupos criminales, cuestionamientos a las fiscalías estatal y federal, y una creciente percepción de impunidad. La sociedad tamaulipeca exige justicia y garantías mínimas de seguridad.
Tamaulipas vuelve a ser noticia nacional e internacional no por sus logros, sino por la sangre derramada de quienes debieran representar la justicia.
