Por Helí Herrera Hernández.
¿Cuantas veces lo he escrito?
No lo se. Ya hasta la cuenta perdí.
Pero desde que don Rubén Pabello Acosta y Leodegario (Yayo) Gutiérrez me invitaron a escribir a sus respectivos periódicos: Diario de Xalapa y Política, respectivamente, casi al mismo tiempo, a finales de la década de los 80as, lo he hecho infinitamente, cada que los políticos dejan de ser candidatos y se convierten en funcionarios.
Una cosa es prometer, prometer y prometer cuando andan en campaña, que llegando al poder van a ser diferentes, porque ejecutarán un buen gobierno, incorruptible, que genere bienestar para todos; y otra muy distinta cuando ya se empoderaron. Pierden hasta la memoria.
Se vuelven iguales a aquellos que criticaban, en el menor de los casos, o peores, surgiendo así el dicho popular >no es lo mismo ser borracho que cantinero<.
Pierden la perspectiva del bien común que juraron, como opositores, llevarlo a cabo si triunfaban en las urnas electorales, y terminan extraviándose en los excesos y lujos de los que se decían divorciados por su ideología.
Así les paso a un gran número de militantes de MORENA que tan pronto se hicieron gobierno, les salió lo >filulis y amnésicos<. Se olvidaron de su “pasado combativo”, y de muchos de los que los acompañaron en las luchas contra los malos gobiernos del PRI y del PAN. Se les borro que uno los recibía en las oficinas del partido político que tomaba carreteras y palacios municipales para exigir democracia electoral, cuando nos robaban nuestros triunfos, y que varios de los que hoy son funcionarios federales y estatales fueron candidatos nuestros en aquellos tiempos.
Hoy, ya son otros ellos, y otros sus “camaradas”. Ahora se pasan el chicle con Manuel Bartlett, a quien no nos cansámos de tildarlo de >hampón electoral<, y pedimos hasta el paredón contra él, cuando nos robo la esperanza de ver a Cuauhtémoc Cárdenas como presidente de México. Hoy es su héroe, lo defienden duro y quedito y, arremeten contra los que fuimos parte del Frente Democrático Nacional, o mas adelante que fuimos, antes que muchos de ellos, impulsores de la candidatura de Andrés Manuel desde el año 2000, y todo, porque decidimos a partir de 2015, ya no seguirlo por sus delirios y dislates.
Se animan hablarnos, pero solo para decirnos que abandonemos nuestra trincheras, y nos vayamos con ellos a sus aventuras, ofreciéndonos el oro y el moro: “vente para acá camarada, no te vas arrepentir, hay suficientes recursos para que de inmediato te metas, como operador político que eres, a impulsar la revocación de mandato, y logrado eso, para la campaña federal, porque hay que llevar a Claudia Sheinbaum a la presidencia”, me dijeron, recién concluido el pasado proceso electoral, al ver el crecimiento de Movimiento Ciudadano, y al manifestarles que no, su discurso duro contra Dante Delgado afirmando “jamás va a valorar tu trabajo político”.
Antes, a finales de octubre de 2018, otro intento de cooptación para con la recién electa diputada por el distrito de Perote, y un servidor, en el hotel HB de la avenida Lázaro Cárdenas, para que abandonáramos a Movimiento Ciudadano y nos adhiriéramos a MORENA.
Desde entonces ando con >pies de plomo< porque soy testigo de su metamorfosis. Ejemplos hoy sobran de lo que son capaces. José Manuel del Río Virgen es su ultima venganza que considero, se les revertirá porque aquí sí no midieron-valoraron al enemigo con que se enfrentarían.
Se olvidaron lamentablemente de las causas, par abrazar los intereses sectarios de tribus magentas que, para variar, ya se andan golpeando entre ellos mismos, en su lucha del poder, por el poder mismo.
Su descomposición ya esta en proceso. Al tiempo.